Después de 10 años sin noticias nuevas de Rammstein, esta mítica banda alemana lanza (por fin) su séptimo álbum. Salió el 17 de mayo de este año, sin título, y con 11 temas como nos tenía acostumbrados. La primera diferencia notable es que el álbum no está producido por Jacob Hellner como sus anteriores trabajos, sino por primera vez eligieron a Olsen Involtini, un antiguo amigo de la banda. Sea como fuere, el resultado es B-R-U-T-A-L.
Cabría esperar que después de una década, esta banda de metaleros cincuentones ya habrían perdido el toque; que ya no tendrían ese ritmo apabullante, esa consistencia única ni esas puestas en escena descabelladas. Así les ha ocurrido a muchas otras bandas míticas, como Metálica con su álbum “Lulu”. Pero este no es el caso de Rammstein, sino todo lo contrario. El grupo de Till Lindemann puede estar orgulloso de su último triunfo donde la originalidad y la provocación sigue siendo su sello inconfundible.
El álbum viene con dos singles que ya han dado la vuelta al mundo: “Dutschland”, de nueve minutos, nos cuenta la historia de Alemania a través de la inconfundible voz de Till Lindemann, haciendo referencias al Tercer Reich, la República Weimar y al desastre de Hindenburg de una forma que sólo él puede expresar; y “Radio”, su otro single, pegadizo hasta la médula. Y no olvidemos sus otras canciones, de éxito asegurado, como “Sex” o “Puppe”.
Y por si fuera poco, sus espectáculos en vivo no tienen nada que envidiar a las generaciones más jóvenes, como han demostrado en su último concierto en el Fórum de Barcelona. Sin lugar a dudas, Rammstein vuelve a entrar por la puerta grande, sin dejar a nadie indiferente, y siendo fieles a su estilo original.