DEL INDIE AL REGGAETON, CRONOLOGÍA DEL SIGLO XXI

De Javier Alacio

Parece mentira, pero dentro de muy poco este siglo XXI cumplirá ya la veintena. En la primera década de este segundo milenio escuchábamos muy buena música. Grupos como Radiohead, The Strokes, White Stripes, Daft Punk, Red Hot Chilli Peppers, Franz Ferdinand, Sonic Youth o Wilco vendían sus L.P.´s como churros y la gente acudía en masa a sus conciertos. A nivel solista sonaban Bjork, Beck, P.J.Harvey, Amy Winehouse, Charlotte Gainsbourg, Anni B. Sweet y un largo etc.

El cambio del milenio significó la caída de las grandes multinacionales discográficas. La música Indie estaba en pleno auge. También la piratería. Todo el mundo compartía y descargaba discos por el emule o el napster. Surgieron así mismo infinidad de sellos independientes.

A nivel nacional, un grupo de Tres Cantos sacó su primera maqueta en Enero del año 2000. Se llamaban Vetusta Morla quizá os suenen (risas). Fueron de los primeros grupos que en cuanto empezaron a sonar en Radio 3 comenzaron a ganar más y más adeptos, no solo en nuestro país sino en todos los países de habla hispana gracias a las redes sociales y al boca a boca. Por eso, cuando una multinacional discográfica de cuyo nombre no quiero acordarme les ofreció un contrato multimillonario, ellos dijeron que no. Y es que el nuevo milenio trajo cosas buenas como el “indiependentismo”, o dicho de otra forma en inglés el “do it yourself”. Las canciones, los discos, y los CD´s dejaron de ser un producto y pasaron a ser un servicio. Unos suecos en 2008 crearon una plataforma digital llamada Spotify que lo cambió todo. La gente dejó de comprar música. Ahora escuchamos nuestros discos favoritos o playlist, mediante plataformas como la anteriormente mencionada o similares como Apple Music, Google Play, Amazon Music o Tidal. Aquí es donde surgen los problemas serios, tanto para los músicos como para los amantes de la buena música. No quiero ponerme especialmente rancio en este aspecto, pero hay que hablar sobre ello.

vetusta morla madrid barcelona sevilla 2020

Pertenezco a la generación X. Tuve y tengo la suerte de escuchar música en casa con un tocadiscos de toda la vida. Reconozco que me encanta ese sonido sucio del “sssssssssss” cuando la aguja roza el vinilo. Para mi no hay nada mejor que eso. Los millennials que seréis la mayoría de mis lectores me entenderéis. Porque habéis escuchado buena música. Seguramente muchos de vosotros habréis comprado un cd o incluso un disco de un grupo o cantante favorito. Algunos también habréis pagado por descargar una canción y tenerla en vuestro móvil. Ahora ya no, todo son plataformas de música en streaming. No tengo nada en contra de ellas. Lo único que sí estoy a favor de la libertad.

En la radio fórmula nos bombardean a diario con los grupos y cantantes que un empresario decide qué son los que tenemos que escuchar. Si en los medios de comunicación, en las plataformas streaming y en las redes sociales con publicidad nos lanzan continuamente que hay que oír a Maluma, al final por narices aunque sea segundos le vas a escuchar.

Más pena me da esa juventud que va con sus altavoces inalámbricos haciéndonos escuchar a los demás su reggaeton por la calle o en el metro. Porque me niego a llamar música a eso que escuchan nuestras nuevas generaciones. Y para los que piensen que soy un retrógrado porque pienso que el trap es un mojón, les voy a aportar datos científicos. Porque sí, la música es una ciencia. Todavía existe gente que estudia lenguaje musical, anteriormente llamado solfeo. Los grupos e intérpretes que he mencionado al principio de este artículo saben lo que es el ritmo, la melodía y la armonía. Lo han estudiado. Han dedicado días, meses, años y muchas horas de ensayo con sus grupos para plasmar ese sonido propio que les caracteriza . Usan la polirritmia, compases compuestos, mixtos, melodías extensas, modulan y experimentan. Los reggaetoneros y traperos no salen del ritmo machacón del 2/4 (de primero de primaria); que encima se lo marca una maquinita, porque ellos en vivo no lo sabrían llevar.

Las letras de Vetusta Morla, Izal, Los Planetas, Love of Lesbians, Miranda etc… están curradas, tienen mensaje, sentimiento y llegan al alma. Las letras de estos que se llaman “cantantes” pero que usan el autotune porque no saben ni entonar ni vocalizar solo hablan de machismo, sexo y drogas.

La Sociedad Americana de Compositores, Autores y Editores (Ascap) ha otorgado este año 2020 el premio al mejor compositor a Bad Bunny por su disco “YHLCMDLG”. El título del disco ya lo dice todo, debió esforzarse tanto en pensarlo durante el segundo que tardó en pegar un golpe al teclado de su portátil, que lo primero que le salió en vez de “dsklgajsdlkgadsjgñasl” fue “YHLCMDLG”. Me sorprende para mal que una “prestigiosa” sociedad le conceda el premio al mejor “compositor” a alguien que no sabe lo que es una nota, una escala ni que seguramente habrá visto un pentagrama en su vida.

Pero si este 2020 ha sido una mierda de año para la gran mayoría de los que habitamos este planeta, quién mejor que Bad Bunny para llevarse este premio. Si yo fuera gobernante de su país le obligaba a llevar mascarilla hasta pasada la pandemia.

Este personaje, tiene millones de escuchas y visualizaciones de sus videoclips. Ha llegado al número dos de la lista Billboard. ¿Quién tiene la culpa? sin duda la tenemos todos. Padres, madres, abuelos, tíos y educadores de los centennials adolescentes que escuchan su “música”: quizá deberíamos haberles llevado hace un par de años al Festimad, al FIB, Mad Cool, Doctor Music, Primavera Sound o al Sonorama. Ahora este 2020 es tarde, el daño ya está hecho. Esperemos que el próximo 2021 puedan volver todos estos festivales y revertir la situación. En vuestras manos lo dejo.

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