Nil Moliner volvió a su casa, Barcelona, dos años después de su última actuación, y esta vez lo hizo a lo grande en el Palau Sant Jordi, reuniendo a 16,000 almas en un espectáculo que describir como mágico sería quedarse corto. Desde el primer acorde de “Mi Religión” hasta los últimos compases de “Tú”, Moliner llevó a su público a un viaje emocional y festivo, haciendo del Palau su propio “Lugar Paraíso”.
La noche comenzó con una potente introducción filosófica sobre seguir “la luz” hacia un espacio seguro y optimista, donde los problemas quedan fuera, aunque sea temporalmente. Nil, acompañado por un robusto grupo de once músicos y cuatro coristas, prometió y cumplió una noche de unidad y celebración.
El setlist fue una mezcla inteligente de ritmos que invitaban a moverse y letras que tocaban el corazón. Canciones como “Dos primaveras”, “Nada que decir”, y “Idiotas” se sucedieron sin apenas pausas, con Moliner interactuando constantemente con un público diverso, cuya energía no decaía en ningún momento. “Esto es una auténtica locura”, exclamó Moliner, visiblemente emocionado por la respuesta de los asistentes.
Uno de los momentos más destacados fue la participación del público con la “Dance Cam” durante “Me quedo”, donde todos los asistentes se convirtieron en protagonistas, mostrando sus mejores pasos frente a las cámaras. La presentación personalizada de cada canción añadía un toque genuino y cercano, como si Moliner conversara directamente con cada uno de sus fans.
La sorpresa de la noche fue cuando Moliner se elevó en una plataforma al centro del recinto, tocando la batería y versionando grandes éxitos de otros artistas, un momento que literalmente “elevó” el espectáculo a nuevas alturas. También hubo lugar para la intimidad, con un segmento acústico en la pasarela, tras una “hoguera” simbólica, donde el artista y sus músicos habituales ofrecieron un viaje nostálgico a sus inicios.
Nil no solo demostró su habilidad vocal y musical, sino también su capacidad para conectar a través de su optimismo y mensajes de esperanza y felicidad. Con invitados especiales como Álvaro de Luna y Dani Fernández, el concierto fue una verdadera celebración de la música y la amistad.
El final del concierto llegó con “Meneíto” y “Tú”, dos temas que pusieron el broche de oro a una noche inolvidable. La promesa de Moliner de volver en diciembre de 2025 solo añadió más emoción a una noche ya cargada de momentos memorables.
En definitiva, el concierto de Nil Moliner en Barcelona fue un espectáculo vibrante, una celebración de la música en vivo que demostró por qué el Palau Sant Jordi se convirtió en un verdadero “Lugar Paraíso”. Moliner no solo entretuvo, sino que inspiró, dejando una huella imborrable en todos los que tuvieron la suerte de estar presentes